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Desde la Casa del Conde

La Villa de Lumbrales, cabecera de la comarca de El Abadengo, está situada a 90 km. al noroeste de la provincia de Salamanca y a 27 km. de la frontera con Portugal. Con una población en torno a los 1700 habitantes, Lumbrales es un pueblo agrícola y ganadero que cuenta también con una excelente oferta en servicios comerciales y públicos.

La Plaza Mayor, con la Torre del Reloj, habilitada como Museo Arqueológico, la Casa Consistorial y una bella vista de la monumental Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, es el punto obligado desde el que iniciar la visita.

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En la Torre del Reloj, antaño salón de Plenos, cárcel y hasta toriles de cabestros, se encuentra ubicada la mayor concentración de restos arqueológicos de la comarca. Piezas únicas que relatan una historia tan rica en acontecimientos como en arte y cultura.

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Desde aquí puede dirigirse hacia la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, Patrona de la Villa. Hermoso y catedralicio templo del siglo XVI con un retablo similar al del Monasterio de El Escorial.

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Su entorno es uno de los espacios más emblemáticos de la villa, con lugares como la Casa de los Condes, hoy Oficina de Turismo y Centro de recepción de visitantes del Territorio Vetón, donde además de conocer las posibilidades que depara la visita al Territorio Vetón, pueen visitarse las salas del Museo Arqueológico, la destinada a recrear el ambiente en el que vivió Ricardo Pinto da Costa, el Museo Textil y una Exposición de Maquetas de edificios de Lumbrales y Oficios de Antaño. En la fachada occidental de este edificio se puede contemplar el conocido como Burro de la Barrera, un verraco vetón de los mejor trazados de la provincia, así como el Centro Cultural de la Villa, incluido dentro del circuito de Artes Escénicas regional.

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Otro verraco, una recreación en hierro del procedente de las Merchanas, preside la Plaza del Mercado, centro del concurrido mercadillo semanal de los miércoles, donde se encuentran también la Ermita del Humilladero y la Biblioteca Municipal. En medio de la plaza podemos ver una obra de Ángel Mateos, Dolmen VI, 1973, escultura en hormigón instalada ese mismo año.

 

Una vez hecho este primer recorrido por las calles y lugares más característicos del pueblo, podemos realizar una visita a sus alrededores. Partiendo de la abandonada estación del ferrocarril y de la siempre enigmática y contradictoria belleza de sus vías muertas, declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento en el año 2000, nos dirigimos hacia el camino de la antigua mina de estaño.

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La plaza de la Iglesia vista desde uno de los balcones de la Casa de los Condes.
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Dejando a la derecha las piscinas municipales, donde podemos entrar a darnos un chapuzón si la ocasión y el tiempo lo permite, llegamos al valle de La Navalito, donde todavía se levantan algunas piedras de un milenario dolmen. Más allá está el río Camaces, cuyas aguas bañan otra reliquia prehistórica: el Castro de Las Merchanas. Este recinto vetón prerromano, uno de los castros más importantes de la provincia, conserva prácticamente toda su muralla, además de las características zonas de piedras hincadas y otros restos de la época romana. Junto a la muralla, a la que se accede por la restaurada pesquera del Camaces, se encuentra el también recuperado Molino del tío Justo.

Otras alternativas, si a lo de pasear se refiere, podrían ser un recorrido por el Sendero del Colmenar o una visita al Lombo de los Rollos, lugares ambos cargados de naturaleza e incluso, en el segundo de los supuestos, de leyenda.

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De la Época Visigoda y la Alta Edad Media no existen señales de habitabilidad, lo que hace pensar en la despoblación de estas tierras por la presión de la invasión musulmana. Será ya en el siglo XII cuando volvamos a encontrar una referencia histórica en el documento de restauración de la diócesis de Ciudad Rodrigo, en 1175. Allí, el rey Fernando II de León cita, junto a otros dos pueblos, a "Santa Maria de Liminares", de donde deriva el actual nombre de la villa.

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Desde esta fecha volvemos a dar un salto en la historia hasta 1581, año en el que, según consta en el Catálogo Monumental de España, se dice la primera misa en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, obra del arquitecto Rodrigo de la Gándara.

En 1647 otro Rodrigo, Rodrigo de Castro, gobernador de Beira, junto a Sancho Manuel, después de sitiar Gallegos de Argañán y San Felices sin demasiado éxito, desahoga su cólera contra Lumbrales, incendiando parte de la villa.

De principios de este siglo XVII se supone la torre del reloj, el edificio civil más importante del municipio. De 1757 es la Ermita del Humilladero.

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En 1888 la infanta Doña Isabel de Borbón, hija de la reina Isabel II conocida como "la chata", estuvo en Lumbrales en representación de su hermano Alfonso XII con motivo de la inauguración del ferrocarril Fuente de San Esteban-Barca d´Alba. Ricardo Pinto da Costa, entonces cónsul de Portugal en España, sería uno de los principales propulsores de esta obra de ingeniería, lo que le valió el título de Conde de Lumbrales, concedido en 1888 por la Reina Mª Cristina.

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