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Las Merchanas, de la emergencia al resurgimiento

Dado a conocer por D. Manuel Gómez Moreno a comienzos del siglo XX,  el Castro es declarado monumento perteneciente al Tesoro Artístico Nacional por Decreto del 3 de junio de 1931. Desde entonces, poco o nada se había hecho por su promoción. Visitas del P. Morán, excavaciones del Sr. Maluquer, y poco más.

En 1981 nace la Asociación Amigos de Lumbrales que, entre otros de sus objetivos, considera como prioritario el conocimiento y recuperación de Las Merchanas.

Para ello, se empiezan a escribir artículos en la prensa, se realizan marchas reivindicativas, se organizan mesas redondas y charlas informativas y empiezan los contactos con la familia propietaria para conocer su disponibilidad a la posible cesión o venta del castro.

La finca en la que está ubicado el Castro fue comprada en 1910 por D. Manuel García Bringas para explotación ganadera. Aficionados a la numismática y cazadores originan cuantiosos daños en el recinto sin que los propietarios sean capaces de evitar tales atropellos. Se sienten molestos con la Administración y agencias de viajes, porque en excursiones programadas saltan de Yecla a Saldeana, dejando a Las Merchanas en el olvido. Recaban información sobre ayudas o subvenciones oficiales. La respuesta es que no son posibles al tratarse de una propiedad privada. Algún miembro de la Comisión Artística les propuso que hicieran la reparación por su cuenta y cobraran, después, por la visita, propuesta que les parece indigna.

Resuelven, por fin, favorecer la adquisición del Castro por parte del Ayuntamiento. Primero cediéndolo en usufructo gratuito por 30 años y, por último, los 21 miembros de  la familia propietaria deciden venderlo por la enorme cantidad de ¡1 Euro! En este precio se incluyen, además de los aproximadamente 55.000 metros cuadrados del recinto murado, un amplio perímetro para englobar la zona de piedras hincadas hasta llegar a los 83.535 metros cuadrados vendidos.

El día 24 de marzo de 2005, la familia García Comerón recibe el cheque de 1€ como pago a la venta realizada; “moneda que bien adornada permanecerá para siempre en poder de la familia, de generación en generación”, según palabras del representante de la familia, D. Manuel García Francia.

El Ayuntamiento y todo el pueblo de Lumbrales pasa a ser propietario del Castro con la expresa obligación de separar lo adquirido del resto de la finca. Conseguido el cambio de titularidad, la Fundación Patrimonio interviene en el Castro, rehabilitando parte de los muros. Durante la intervención, se descubren grabados y una puerta, en el sector Sur, que nadie esperaba.

A partir de ese momento, Las Merchanas empiezan a cobrar vida. Camino de acceso nuevo, aparcamiento, paso del río; construcción de dos miradores, además de la reconstrucción de un antiguo molino, del Molino del Tío Justo. Las visitas se suceden y, por fin, Las Merchanas vuelven a ser el referente que todos –Asociación, propietarios, Administración- habían deseado.

                                                                                                    EDUARDO MARTÍN G.

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"Somos los que damos", grabación del monumento homenaje a la familia propietaria del Castro 
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Castro de Las Merchanas

Castro de Las Merchanas

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Como los vetones

Como los vetones

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El Verraco de Las Merchanas

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No lejos de la puerta principal de “Las Merchanas” y en la zona de piedras hincadas delante de la muralla, apareció un Verraco sin patas ni peana y con el hocico roto. Mide 130 centímetros de largo.

La Asociación Amigos de Lumbrales decidió traerlo a la villa en la década de los 80 del pasado siglo y, durante años, estuvo colocado en la Carretera de la Estación, en un pedestal próximo a la casa de las familias que donaron el Castro.

Actualmente, tras varios años en Lumbrales, colocado sobre la peana donde ahora puede verse una réplica en hierro, se encuentra de nuevo en el Castro de las Merchanas, en la puerta norte, ya con sus originales patas, aparecidas poco después en las inmediaciones del castro y perfectamente restauradas en su base.

Está labrado más toscamente que su hermano el Burro de la Barrera, y es algo más pequeño, pero también es de granito y  tiene similares características.

OTOÑO EN LAS MERCHANAS

Si hay un momento especial para redescubrir el pasado, ese momento es en otoño. Los cielos grises, el sepia de las hojas muertas, el lánguido sonido de los renacidos riachuelos, la atmósfera recubierta del eco húmedo de las ánimas que vibraron entre unas ruinas milenarias. Todo eso se siente al volver al Castro de Las Merchanas ahora, en otoño.

Las Merchanas es uno de los castros vetones más importantes de la provincia de Salamanca. Si lo unimos al de Yecla de Yeltes, sólo a unos pocos kilómetros, podemos decir que tenemos uno de los conjuntos históricos prerromanos más importantes de Castilla y León.

Permaneció durante siglos semienterrado en el olvido, hasta que la generosidad de una familia decidió venderlo por un euro al Ayuntamiento de Lumbrales. Eso sucedió hace más de quince años, y desde entonces han sido varias las actuaciones realizadas en él para su puesta en valor: se arregló y musealizó el camino de acceso y se restauró el viejo molino (el único edificio

del entorno que nos recuerda vagamente la época actual), se rehízo el muro de su pesquera, se habilitó un parking, se recuperaron parte de sus murallas, se limpió su interior y hasta se le devolvió el simbólico verraco que, tras su etapa en la villa, recuperó sus extremidades y un lugar privilegiado en la puerta norte del recinto, en las proximidades donde se encontró. Mirando al este, naturalmente.

El castro de Las Merchanas, como el de Yecla, es un privilegio de la historia y de la naturaleza, especialmente en esta época del año. Las primeras nubes cargadas de lluvia y ese viento templado del oeste que provoca el murmullo de las hojas antes de caer, el sonido de los primeros hilos de agua que vuelven a recorrer esos ríos, todo ello nos envuelve en una atmósfera única para recrearnos en la estela de su leyenda, de la magia que todavía emana de las viejas y derrotadas piedras que un día cobijaron vida, pasiones y sueños.

Redescubrir Las Merchanas en otoño es un placer para los sentidos, especialmente en unos tiempos que invitan a huir de las aglomeraciones, a fomentar actividades al aire libre en atmósferas limpias de virus y polución.

La capa de líquenes y musgos que recubre los viejos árboles de Las Merchanas, encinas, robles y fresnos, es una prueba inequívoca de la total ausencia de dióxido de carbono e invitan a disfrutar de un aire puro imposible de encontrar en las grandes ciudades. Compruébalo, merece la pena.

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